Al momento de ejercer el periodismo se hace menester entender que, como en toda profesión, conlleva un deber ético ineludible. Sin embargo, es ocasionalmente obviado en temas de violencia de género.
Literal conversó con el sociólogo y académico Arnín Cortez, autor de diversos artículos investigativos, entre ellos “Ética periodística e imaginarios de violencia de género”, quien analiza la ética en la praxis periodística y el aporte de un marco ético aplicado a cobertura de violencia de género.
Medios de comunicación perpetúan imaginarios de violencia de género
Cortez explicó que “si bien es cierto los medios no te dicen directamente cómo pensar, sí que influyen en tu percepción de la realidad, desde el momento en que te muestran la información procesada de una forma, en esa medida el individuo se va formando ideales y concepciones de la realidad”.
Y agregó que si un medio de comunicación, de forma rutinaria, a través del tratamiento de la información, sus enfoques y argumentos, refuerza y reproduce constantemente piezas y/o información sobre la violencia de género, planteándola como natural o común, es de esa manera que se institucionaliza el problema.

Entra en juego el factor ético
Según Cortez, si un problema tan profundo y grave como el de la violencia de género, que pone a la mujer, sujeta de derechos que fueron vulnerados y violentados producto de dicho problema, no es atendido desde un tratamiento ético de la información, se incurre en
vicios del oficio que causan un profundo daño en la sociedad.
“El problema se nutre más cuando en el tratamiento de la noticia, a la mujer se la muestra re-victimizada, de manera desigual e inequitativa”.
Y ejemplificó que muchos de los hechos que le ocurren a la mujer se dice que se lo buscó, en cambio si al hombre le pasa lo mismo, es porque la inseguridad ciudadana es intolerable.
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5 principios básicos a tomar en cuenta
Cortez, propone 5 principios para ejercer una profesión de modo tal que no incurra en daños algunos en los destinatarios de dicha profesión, dichos principios son: Beneficencia, No maleficencia, Autonomía, Justicia, y por último, Responsabilidad.
Beneficencia
El bene facere, según su raíz etimológica, se refiere al quehacer correcto de las cosas. Este principio propone: “Que cada quien haga lo que le corresponda hacer, y que lo haga bien”.
Todo periodista debe cuestionarse cuál es su función social que como profesional debe prestar, y en esa medida, deberá buscar siempre hacer bien las cosas y buscar siempre hacer el bien.
No maleficencia
Este principio corresponde a no hacer el mal. No quiere decir la omisión del hacer, sino directamente no incurrir en daños de ningún tipo desde la profesión a la que un individuo se dedique.
Aplicado al periodismo, el ejercicio de este principio, obedecerá a la no revictimización de las víctimas.

Autonomía
Antes de ser profesionales, en el plano personal, todo ser humano tiene una condición que lo caracteriza como tal, y es el uso de la razón. El mejor ejercicio de la razón es la libertad.
El periodista deberá desarrollar criterio independiente ante normas impuestas por medios o instituciones que atenten contra una práctica ética.
Igualmente, deberá existir un consentimiento informado de las fuentes al momento de recopilar la información; y un tratamiento transparente y no desigual al sujeto de la noticia.
Justicia
Está orientada a brindar un trato justo y equitativo.
Desde la práctica periodística, se deberá dar una distribución y reconocimiento, es decir, un trato justo a las víctimas, no solo reconociendo su condición desigual de género, sino afirmando positivamente que son sujetos de derechos.
Se trata de reconocer las diferencias, las potencialidades de la víctima y enfatizando en su dignidad como persona, nunca revictimizando.
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Responsabilidad
Cada individuo tiene que reconocer las posibilidades, medios y facilidades con las que cuenta para ejercer su oficio, y en esa misma medida, se verá obligado a cumplir con sus deberes.
Se debe tomar en cuenta que la mayor responsabilidad de cumplimiento la tiene el Estado, y en menor grado y asimétricamente, se encuentra el ciudadano desde su profesión.
El periodista está llamado a vigilar hasta dónde llegan sus responsabilidades -obedeciendo a la función social de su profesión más los otros principios- y reconocer que, si puede hacerlo, debe hacerlo.