Para aprender a redactar con eficacia y precisión, hay que seguir determinadas normas y prestar la debida atención a ciertas recomendaciones. En primer lugar, toda persona debe saber que para aprender a escribir hay que escribir. La práctica reiterada de la escritura, acompañada del necesario asesoramiento y aclaración de dudas, dará como resultado la corrección y fluidez de la expresión escrita.
Literal Periodismo Ciudadano te brinda consejos para vencer diez prejuicios que impiden a la gente escribir con corrección y eficacia.
- Prejuicio: Yo soy bueno en matemáticas, las letras no van conmigo. Consejo: La inteligencia numérica no se divorcia de la inteligencia verbal-lingüística. Al contrario, a una persona con mayor desarrollo de la habilidad numérica se le facilita adquirir o desarrollar la habilidad verbal y viceversa.
- Prejuicio: No me gusta leer, pero escribo muy bien. Consejo: La lectura es la base y fundamento de la escritura. Es decir, que todo el arsenal de reglas teóricas ortográficas, gramáticas y lingüísticas están puestas en práctica en los textos. Quien lee aprende a escribir.
- Prejuicio: Yo no necesito escribir seguido para escribir bien. Consejo: No es cierto para ninguna área del saber o del estudio, mucho menos aún para la redacción, que se desarrolle la habilidad si no se practica. Para escribir bien, hay que dedicar a la redacción una práctica reiterada y metódica. Escribir bien no es sólo un conocimiento (que se almacena pasivamente), sino una aptitud, una habilidad (un “deporte”, si quieres) que requiere de una práctica y entrenamiento constantes.
- Prejuicio: Para aprender a redactar basta con saber (y practicar con la ayuda de ejercicios) las reglas de ortografía, acentuación y puntuación. Consejo: Las reglas de ortografía, acentuación y puntuación son, sin duda, necesarias. Pero que lo sean, y en grado sumo, no quiere decir que el saberse las reglas vaya a garantizar una redacción correcta. Es muy fácil “memorizar” una regla, una fórmula, y luego no saberla aplicar correctamente. Esto, que se experimenta muchas veces con las matemáticas, ocurre igualmente con la ciencia de la escritura.
- Prejuicio: Los buenos redactores escriben directamente. Consejo. Siempre hace falta una fase de pre escritura. Es muy fácil caer en la tentación de escribir directamente, sin antes pensar cuidadosamente sobre qué se va a escribir, sin antes apuntar las ideas y ordenarlas. Sin embargo, un texto, para estar bien escrito, tiene que presentar una estructura lógica. Y esa estructura necesita estar fijada antes de la labor de escritura propiamente dicha. Por eso es tan importante hacer una lista de ideas y organizarla en un esquema. A esta fase previa se le llama fase de pre escritura. Recuerda siempre que la fase de “pre escritura” es tan importante como la fase de “escritura”.
- Prejuicio: No hace falta releer y revisar lo escrito: “sobra” la “fase de post-escritura”. Consejo: Muchas veces nos damos por satisfechos con una redacción que no hemos revisado. Sin embargo, esa redacción nunca debe considerarse un producto acabado, sino sólo una primera versión que exige un exhaustivo y minucioso ejercicio de revisión y de relectura. Muchos de los errores presentes en las redacciones de los alumnos podrían haberse subsanado con una lectura cuidadosa. La fase de “post-escritura” es tan importante (o más) que las fases de pre escritura y escritura. Nunca olvides que tu redacción experimentará una mejora sustancial tras la revisión. Con un esfuerzo relativamente pequeño habrás obtenido notables resultados. Recuerda siempre que hasta los escritores más afamados revisan constantemente lo que escriben. Las obras maestras no brotan libremente de la pluma, sino que nacen de la autocrítica y la corrección incansables.
- Prejuicio: Cometí errores en esta redacción: la siguiente saldrá mejor. Consejo: No basta con identificar resignadamente los errores en la redacción y pasar a otro tema, desarrollar otra idea, con la esperanza de hacerlo mejor esta vez. Hasta que la primera redacción no esté impecable, carece de sentido iniciar la escritura de otro texto. Los errores sólo podrán subsanarse definitivamente cuando se les haya dedicado el suficiente tiempo de reflexión, revisión y corrección. Eso significa que sólo cuando tengamos en nuestras manos una última versión corregida y sin errores, éstos habrán desaparecido para siempre de nuestra escritura.
- Prejuicio: El modo de leer no influye en el modo de escribir. Consejo: Es cierto, el modo de leer no influye en el modo de escribir, ni se mejora en la redacción si la lectura es superficial y poco razonada (es decir, “pasiva”). Para que la lectura efectivamente ayude a aprender a escribir, ésta tiene que ser “activa”. Por “activa” se entiende toda lectura que dé motivo a una serie prácticamente inagotable de preguntas (y de respuestas): ¿Por qué el autor utiliza aquí un punto y coma, en vez de dos puntos? ¿Por qué esta idea inicia un nuevo párrafo? Cómo es el estilo del escritor: ¿sencillo, escueto, u obscuro, cargado de adjetivos y frases largas? ¿Cuál es la idea principal o las ideas principales? ¿Para qué sirven las ideas secundarias o “accesorias”? ¿Cómo está estructurado el texto? ¿Por qué el autor se decidió por esa estructura y no otra? Sólo así lograrás comprender la mecánica y perfecta lógica del lenguaje y del estilo. Una vez que comprendas cómo funciona el lenguaje, es muy fácil asimilar las distintas normas y llevarlas a la práctica en tu propia redacción.
- Prejuicio: Escribir no tiene ninguna importancia en la vida “real“. Consejo: Piensa siempre en que tu forma de escribir (es decir, tu estilo) es tu carta de presentación (en la vida académica, profesional y personal), de la misma forma que lo son tus modales, tu manera de hablar, de vestirte, etcétera. Es más: recuerda que tu estilo llega muchas veces antes que tú a los lugares: si envías una carta de solicitud de trabajo, y ésta está redactada con descuido, con una sintaxis errónea y faltas de ortografía, tu “futuro jefe” (o cliente), se llevará una pésima impresión de usted. Y debes saber que es muy difícil luchar contra esa primera impresión. Además, en el mundo profesional vas a tener que escribir con mucha más frecuencia (y corrección) de la que te imaginas: tendrás que elaborar informes, escribir cartas, memoranda, presentar resúmenes y reportes, añadir comentarios por escrito a los informes de los demás, etcétera.
- Prejuicio: Nunca me enseñaron a escribir. Ahora ya es demasiado tarde. Consejo: Nunca es demasiado tarde para casi nada, y mucho menos para aprender a escribir. Eso sí, cuanto antes aprendas a redactar, más sinsabores, descalabros y malas calificaciones te ahorrarás. El comienzo es laborioso y exige, como cualquier esfuerzo de aprendizaje, motivación, perseverancia y dedicación. Pero recuerda siempre que los beneficios de un buen estilo superan con mucho las dificultades iniciales.