El título de este texto alude a una de las frases relevantes de The Post (o Los Archivos del Pentágono). Es una verdad que debe decirse más seguido porque, tal como pasa en la película, a veces los poderosos creen que el Periodismo está a su servicio y no es así.
The Post, que fue estrenada en 2017 y está disponible en Netflix, nos da un vistazo a varios temas interesantes: Periodismo, política, corrupción y el papel de la mujer en los medios de comunicación, ya sea en el puesto más alto de la directiva o en la sala de redacción. Y todo esto a un ritmo rápido, hay que estar atentos a la película para no perder detalles.

The Post grafica un escándalo de la política estadounidense en el tiempo de la guerra de Vietnam: Hay un enorme volumen de documentos que muestran que varios presidentes de Estados Unidos le mintieron a la población acerca de lo que estaba ocurriendo en la guerra.
El New York Times accede a la información filtrada, publica, pero es vetado por el gobierno y entonces entra al juego The Washington Post encabezado por su directora Katharine Graham (Meryl Streep) y su editor ejecutivo Ben Bradlee (Tom Hanks).
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Es aquí donde se muestra al público que el Periodismo tiene consecuencias, que los periódicos también son empresas, que los poderosos de cualquier clase (políticos, empresarios) siempre querrán tener controlados a los medios y que, llegado el momento, se deben tomar decisiones que serán trascendentales a niveles periodísticas, económicas, laborales, legales e incluso históricas.

El tema de la libertad de expresión y el deber de un periódico con sus lectores y su país es otro ángulo importante en esta producción. Meryl Streep y Tom Hanks, ambos dos grandes maestros de la actuación, tienen varios diálogos e incluso discusiones en el que cada uno muestra sus argumentos válidos, pero el desarrollo de los hechos deja claro que solo un lado terminará prevaleciendo.
Ser feminista en 1971
Por otra parte, en el filme estamos en 1971, The Washington Post es dirigido por una mujer que se atreve a sacarlo a bolsa, es decir, a volverlo oficialmente una empresa de la que se pueden comprar acciones y desde el inicio hay una gran presión sobre ella.
Es una mujer rodeada tratando de manipularla y su propio desarrollo, en un período de tanta agitación, es una gran lección de feminismo. El momento en que Katharine Graham sube las escaleras de la Bolsa de Valores y luego cuando baja otras escaleras saliendo del Tribunal Supremo de Justicia, son dos buenos detalles de la película en lo que a este aspecto se refiere.
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Finalmente, hay que ver The Post para apreciar el trabajo de los periodistas. En casa de Ben Bradlee se arma una pequeña sala de redacción improvisada donde un grupo de reporteros se deja las pestañas en miles de hojas de papel y los dedos en las máquinas de escribir en un trabajo titánico que ni siquiera saben si verá la luz y lo defienden como si les fuera la vida en ello. Esos son los periodistas.
Arriba, en las altas esferas estarán los jefes en sus discusiones, pero con las manos en la noticia estarán siempre los fieles obreros de la tecla. The Post también es un merecido homenaje a ellos.