Si bien es cierto su mundo es el de las letras, la carrera de Inés Izquierdo (Manzanillo, Cuba, 1956) también puede medirse en números: dieciocho posgrados, una maestría, ocho libros publicados, más de veinte años en los medios de comunicación y veintisiete años en Nicaragua. La eterna guardiana del idioma que se declara “cubana de nacimiento y nicaragüense por gracia de Dios” ya está jubilada, sin embargo, dice que continuará educando “hasta que el cuerpo aguante”.
Todo empieza con la lectura
Las anécdotas de doña Inés siempre están relacionadas con el idioma. Cuenta que cuando va al supermercado a veces hasta las cajeras le preguntan cómo se escribe una palabra, se ríe de los malentendidos para comunicarse con su consuegra en inglés y dice que “el colmo de una guardiana del idioma” es que su asistente del hogar era semi analfabeta.
“Llegó hasta segundo grado, le pregunté si podía darle clases, me ponía una hora con ella y mejoró bastante”, puntualiza.
Pero todo empezó en casa y con la lectura. “Yo me crié en un hogar donde había muchos libros y mi padre, todos los días cuando llegaba del trabajo, mientras mami cocinaba, él le leía y nosotros desde chiquitos nos sentábamos a oír a mi papá a leer el Quijote, Cien años de soledad y todos leemos, somos seis hermanos, ninguno se graduó, solo yo, pero todos escriben, son poetas, mi hermano tiene libros publicados, porque nos criamos en un hogar donde se leía y nos sembraron indirectamente el amor por la lectura”.
Años después, ella misma tendría que motivar el gusto por la lectura en su hija Malva, a quien inicialmente no le atraía hacerlo. Para entonces optó por enamorarla con el boom literario del momento: Los libros de Harry Potter. Funcionó.
“Los padres tienen que inculcar el amor por la lectura y la exigencia de escribir bien, aunque ellos no tengan un buen nivel cultural, sí le pueden exigir a sus hijos que aprendan. Después el maestro, pero ¿cuántos años está el niño en la casa antes de ir a la escuela?”, se pregunta Inés Izquierdo.
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Español versus inglés
Su compromiso con su lengua materna se formalizó al graduarse como Licenciada en Español con especialidad en Literatura. Y, desde ahí, la unión se afianzó hasta el punto de convertirse en jefa del Departamento de Español para extranjeros en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona de La Habana.
Gracias a esa experiencia ahora afirma que tenemos un idioma “privilegiado” que los extranjeros pueden leer y hablar fácilmente porque “cada letra se pronuncia de una sola forma”.
Sin embargo, está consciente que, a su vez, “la gramática del español es más difícil porque tenemos dieciséis tiempos verbales, tenemos un llamado modo subjuntivo que los lleva contra el piso a los extranjeros y además tenemos muchos pretéritos y cada uno es distinto. En inglés los tiempos verbales son mucho más fáciles, pero a la hora de leer y de pronunciar, el idioma español es más fácil”.
“El principal problema del idioma español es la no correspondencia entre la imagen gráfica y la pronunciación, es decir, el aspecto fonético de la palabra porque nosotros decimos ‘héroe’, pero lleva hache y decimos ‘va a hacer’ de ‘hacer la tarea’ y decimos ‘él va a ser un gran hombre’ del verbo ser y se pronuncia igual, pero se escribe distinto”.
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De la Literatura al Periodismo
En octubre de 1993 la profesora Inés llegó a Nicaragua y en 1994 ya impartía clases de Literatura y Sociedad en la Universidad Centroamericana (UCA). Aquí fue contactada por Guillermo Rothschuh Villanueva, entonces Decano de la Facultad de Comunicación Social de la UCA, para que impartiera la clase de Redacción y Géneros Periodísticos y ella aceptó. “Yo nunca había sido periodista, había sido maestra, pero soy bien atrevida”, agrega entre risas.
“Le daba clase a gente que eran periodistas en ejercicio, era cuarto año, ese grupo de Dino Andino, María Lily Delgado, Arquímedes González, Álvaro Zúñiga, Giovanni Cerda, Verónica Chávez, Amanda Ortega, todos esos fueron mis alumnos, el primer grupo”, recuerda.
Justamente fue su exalumno, el periodista y escritor Arquímedes González, quien le abrió las puertas a los medios de comunicación. Un día le comunicó que había fallecido el corrector ortográfico del diario La Tribuna donde él trabajaba, ella se presentó para optar por la plaza y Eduardo Enríquez, quien era el jefe de redacción en aquel entonces, la contrató.
Así fue Inés Izquierdo como empezó en el Periodismo en 1996. Permanecería en La Tribuna hasta 1999 cuando se trasladó al Diario La Prensa, en donde laboró hasta que se jubiló en 2018.
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“Se ha desmejorado la calidad del Periodismo”
Respecto a la calidad del Periodismo, en la actualidad, doña Inés habla tajante: “Se ha desmejorado, estuve muchos años dando clase para Periodismo y tuve una gran decepción”.
“En La Prensa yo coordinaba el Proyecto por la Excelencia del idioma español y, como parte de ese proyecto, a las personas que aspiraban a trabajar en La Prensa, les hacíamos exámenes de ingreso más un gran dictado y una vez Eduardo Enríquez (editor en jefe de La Prensa) estaba buscando personal para (el suplemento juvenil) Aquí Entre Nos. Me citaron como treinta chavalos, graduados de la UCA, de la UNAN Managua y de la UCC y ninguno aprobó, ni lo elemental. Podían tener 20 errores, se aprobaba con 80 puntos y hubo gente que sacó 15 de 100. Entonces a Eduardo se le ocurrió la salomónica idea de que me pasara un mes dándole clase todos los días a esos chavalos, ellos llegaban a las siete de la mañana y yo les daba dos o tres horas clase y dictados y al final solo uno aprobó. La calidad por el piso”.

“No es porque haya redes sociales que la gente escribe mal”
Con un panorama tan desolador se podría pensar que el uso y abuso de las redes sociales tienen parte de la culpa, no obstante, para la especialista esto es un error. “Los que escriben mal en las redes sociales, venían escribiendo mal desde siempre. No es porque haya redes sociales que la gente escribe mal”, aclara.
“Cuando estuve en España fue una de las cosas que se analizó. Los estudiosos del tema más bien estaban felices de la existencia de las redes sociales porque llegó un momento en que ya no escribíamos porque todo era hablar por teléfono, entonces cuando salen las redes sociales, la gente se vio obligada a empezar a escribir en Twitter, en Facebook, en el propio Messenger y empezaron a verse los errores y se demostró que algunos empezaron a sentirse más presionados y preocupados por escribir bien”.
Falta de preocupación personal y gubernamental
Para doña Inés la clave es el desinterés tanto de la población como de las autoridades. “No hay preocupación, como si fuera orgullo ser nicaragüense y hablar mal y no, no es orgullo de Patria, de ninguna Patria del mundo que tú hables y escribas mal tu lengua materna porque parte del acervo cultural de un país, de sus valores, incluye la Lengua, la Literatura”.
“Habría mejoría si las instancias pertinentes, el Gobierno y las instituciones involucradas en eso, dejaran de un lado los personalismos, los colores políticos y trataran de buscar personas que estuvieran bien preparadas para capacitar a los maestros, a los facilitadores, a toda aquella persona que tiene que ver con la educación de las nuevas generaciones”.

Hablemos del idioma
Desde 1999 doña Inés inició una columna semanal en La Prensa que derivó en un libro con el mismo nombre: Hablemos del idioma. El tiraje de la primera edición fue de cinco mil ejemplares de los cuales se vendieron todos “excepto uno o dos que tengo por aquí”, menciona. Gracias a este libro, esta cubana-nica recorrió escuelas y universidades de todo el país e incluso cruzó el Atlántico con él.
“La agencia de Cooperación Española escogió Hablemos del Idioma para publicarlo en España y entregarlo a las universidades, escuelas y bibliotecas públicas y fui invitada por la princesa Letizia para hablar del proyecto de la Excelencia del idioma de La Prensa”, recuerda.
Además de Hablemos del idioma, ha escrito los libros Ortografía en casa, Ortografía fácil y Ortografía moderna, Redacción funcional, Redacción de informes y uno sobre Oratoria llamado Exprésate con excelencia, todos disponibles en Amazon. Actualmente está preparando dos: uno de Escritura creativa y otro de Lectura rápida, basados, al igual que los demás, en talleres que ha dado.
Una novela en camino
Por si fuera poco, también tiene una novela entre manos, pero dice que no sabe si saldrá publicada.
Aparte de lo textual, su promoción y defensa del idioma también ha sido radial y televisiva pues desde el año 2000 ha estado en diversos medios de comunicación como canal 4, canal 8 y actualmente continúa teniendo un segmento los martes a las siete de la mañana en Vos TV, canal 14.
“No importa lo que tú sepas, pero si no eres comunicador, ¿cómo tú vas a enseñar? ¿Cómo vas a escribir si no sabes comunicar tus ideas? Y yo me doy golpes en el pecho porque yo sé comunicarme con la gente”, expresa orgullosa.
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El premio del cariño del pueblo
Doña Inés es sonriente y bullanguera. Tiene cinco mil amigos en Facebook y es muy activa escribiendo pequeñas crónicas sobre su vida y sus recuerdos, además publica selfies y responde comentarios y dudas. Su acento es imperdible. “Es la idiosincrasia del cubano, los cubanos somos desinhibidos, parlanchines, habladores, gritones y yo tengo todo eso”.
A la vez, se dio cuenta que era nicaragüense a los veinte años de residir en el país. “Yo no sabía que era nicaragüense, lo supe en el año 2003 en circunstancias bien fuertes. Viajé a Cuba porque mi madre estaba muriendo de leucemia. Fui sola y cuando iba a coger el avión para venirme, yo tenía ganas de regresar, tenía un sentido de pertenencia, extrañaba la comida nicaragüense, hasta el café nicaragüense y a partir de ahí me di cuenta que yo era nicaragüense y que ya tengo más lazos de amor con Nicaragua que con Cuba”.
¿Le gustaría pertenecer a la Academia Nicaragüense de la Lengua?
“A mí no me hace más, ni menos pertenecer a una Academia porque he estado en los medios de comunicación tantos años, tengo el cariño, el aprecio, el respeto del pueblo de Nicaragua. Yo llego a un supermercado y la cajera me saluda y me pregunta cómo se escribe tal palabra y no le están escribiendo a la Academia, ni a los grandes ilustres de este país, le están preguntando a la ‘maestrica’ que escribía en La Prensa ‘Hablemos del idioma’ y yo con mucho gusto les doy respuestas. No necesito nada, ni medallas, ni diplomas, ni nada, yo tengo el cariño de mi gente y eso es lo que más vale al final”.