Marta Leonor González nació en Boaco en 1973, es poeta, narradora y como periodista fue la última editora del extinto y emblemático suplemento cultural La Prensa Literaria del diario La Prensa.
Además es autora de múltiples publicaciones como Huérfana Embravecida (1998), La casa de fuego (2008) y Versos (2015). Como lectora, la autora asegura que no suele tener libros favoritos.
Una vida para leer y escribir
“Mi libro preferido es el último que leo. Y uno de los libros que más me ha marcado y que leería nuevamente sin cesar es El cuento de la criada, de la escritora Margaret Atwood”, confiesa Marta Leonor.
La poesía no ha sido su única arista, Marta Leonor es periodista y fue editora del antiguo suplemento literario La Prensa Literaria, así como co-fundadora y editora de Editorial 400 Elefantes.
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“Mi pasión gira en torno a leer y escribir, y pese a tener diversas publicaciones, tengo más obras en casa, aguardando salir a la luz del público. Tengo cosas no publicadas, tengo mucha narrativa; tres libros (de poesía) inéditos que esperan salir a luz en un futuro”, señala González.

En memoria de las víctimas de 1972
La última publicación de Marta fue Managua 38° (grados), un libro de poemas que narra el desgarrador estado de la vieja Managua tras ser demolida por el feroz terremoto de 1972, obra misma que fue dedicada a la memoria de las víctimas del desastre.
Gonzáles asegura que con esta obra se “rescata una realidad olvidada de una ciudad sísmica y cismática, como figura en la contraportada del libro. Esa visión de la realidad, las preguntas de qué ve, qué significa para ella la realidad pueden ser inferidas en sus versos”.
Aquí un fragmento extraído del libro Managua 38°.
XXIII (…)
Dios tiene fiebre
un médico cura su dolor con aspirinas y leche caliente
Dios tiene sed
cuatro niños van con agua, a darle mandarinas
Dios tiene dolor
Una anciana lo besa y lo arrulla, es un niño
Dios tiene llantos
y la tierra tiembla y el corazón le duele, se muere.
“Yo nací de la mano de un escritor”
González relata que su infancia fue de lo mejor y estuvo rodeada de mucho cariño, de mucho amor, de su familia y sus padres.
“Mi niñez fue soñada, rodeada de mucho verde, de mucha naturaleza, de muchos animales; a como visualizo el mundo de los niños de hoy, siento que fui una niña muy privilegiada, viví en libertad, libertad creativa, mucha libertad para ir a lugares sin sentir miedo, sin pensar en la violencia, sin pensar en que algo te pueda pasar”, rememora Marta Leonor.
El cóctel de sentimientos que significa el recordar su infancia se compone, mayoritariamente, de alegría con presencia de nostalgia.
Recuerda a su abuela Matilde, la empedernida lectora que la introdujo al mundo de la literatura; fue ella quien influyó en sus inicios en la lectura. Años más tarde vinieron mentores y talleres, gran parte de ello lo vivió entre su casa, la biblioteca, el pueblo y su escuela.
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Marta Leonor comparte que la segunda persona que jugó el importante rol de mentor en la lectura fue un médico.
“Uno de mis mentores fue, irónicamente, el médico que me trajo al mundo. Era muy amigo de la familia, el doctor Armando Íncer Barquero, que también era poeta. Cuando yo nací, nací de la mano de un escritor. Años más tarde me di cuenta que era ‘el poeta de la ciudad’”, narra.
Añade que Íncer Barquero siempre pasaba en la biblioteca; ahí se formaban círculos de lectores y me uní al círculo, tenía 14 años y estaba rodeada de mucha gente mayor. Fue en esa biblioteca donde me formé como escritora”, confiesa Marta Leonor.
Faceta como poeta
Su formación como poeta inicia desde la adolescencia, habiendo vivido la enriquecedora experiencia de sumergirse y navegar entre las aguas de la literatura y su análisis, Marta Leonor reconoce esa necesidad por escribir.
“Más que unir letras y formar palabras, en mi interior brotaban versos que perseguían comunicar aquello que las monótonas palabras no lograban explicar”, reza.
Sus primeros versos retrataban los dolores tras la pérdida de su abuelo. Desde sus inicios siempre habla más a través de sus versos, en sus líneas da a conocer un mundo del que ella no escuchaba de boca de sus allegados.
“Un mundo imperfecto, un mundo en el que hay violencia contra las mujeres, un mundo en el que los golpes se cubren con maquillaje, un mundo que tus padres no te cuentan pero que está ahí fuera”, expone Marta Leonor.
Transmitir esa visión del mundo que era fácilmente ignorada por muchos, criticar, reconocer, ensalzar, ha sido siempre su destino.

La visión del mundo a través de sus línea
La poeta destaca que su visión ha sido siempre reconocer esa realidad de la vida entre líneas, pero con el pasar de los años y la madurez adquirida ésta ha ido evolucionando.
“Cuando publico Huérfana Embravecida me doy cuenta de que lo hago porque estoy inconforme, estoy enojada con ese mundo y me siento sola”, afirma González.
Respecto a La Casa de Fuego, Marta Leonor explica que se refiere a la fragmentación de la familia; esa familia que se devora a sí misma, pero que todos la tenemos interiorizada y oculta, porque nos da vergüenza visualizarnos como parte ella.
“Una familia que se devora a sí misma, una familia en la que hay pedofilia, violencia; ese mundo que no te lo cuentan, sino que lo descubrís”, lamenta la poeta.
Su lenguaje es la poesía
La también periodista menciona que sus inicios en el periodismo no le generaron conflicto en torno a cómo se escribe en periodismo y cómo se escribe en literatura.
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“El formato tiene que ver mucho con qué es lo que querés decir (…) a mí no me generó ningún conflicto el estar frente al periodismo o frente a la literatura, más bien me parecía que podían combinarse. Sin embargo, encontré que lo que decía a través de la poesía no podía decirlo desde el periodismo”.
Y añade que descubrió que tanto el periodismo como la literatura fluían bien, pero ella tenía su propio lenguaje: “la poesía” enfatiza Marta Leonor.
Su trabajo en La Prensa
De los momentos icónicos en su paso por el periodismo, Marta Leonor rescata dos, uno involucró al que fue un gran poeta, y el segundo estaba relacionado a una despedida del medio.
“Mi momento favorito fue cuando me fui, porque me di cuenta que mucha gente me quería y lloraron por mí. Suena irónico. Lloraron cuando me fui, creo que no era de alegría. Supe de gente que me apreciaba, hubo muchos ojos rojos, fue un momento especial”, recuerda González.
Ella estaba al frente de la edición del emblemático suplemento La Prensa Literaria, al momento de desaparecer como tal en 2011 y pasar a ser una sección menor en La Prensa.

Encuentros con Pablo Antonio Cuadra
“Lo recuerdo a Pablo Antonio en los círculos de poetas como una persona que escuchaba, y como una persona con un sentido bastante amplio del humor.”
El instante memorable tuvo que ver con la poetisa mostrándole sus poemas al poeta, de quien heredaría con los años, la edición y organización de La Prensa Literaria, el suplemento fundado por PAC y cuyo lema era “una universidad de bolsillo”.
“Un par de veces cometí el atrevimiento, siendo pasante, de irle a mostrar mis poemas. Me encerré en su oficina con él, y recuerdo que esa vez le enseñé un poema dedicado a él; él me dio sus apreciaciones, conservo un manuscrito donde él escribió sobre dicho poema. También conservo regalos, dibujos que él me dio”, confiesa la autora.
Finalmente, Marta Leonor asegura que si le tocara escoger entre el verso o la prosa, para pasar el resto de su vida leyendo, se quedaría con la literatura.