En el patio de una casa en la comarca Pacayita, del oriental departamento de Masaya, se escucha una sierra eléctrica cortando unos trozos de madera.
A pocos metros está un joven armando matracas, que luego serán pintadas para completar “un encargo” a entregar pronto.
En el pequeño taller de Marcos Latino, cobijado por la llanura y un clima fresco, todos los miembros de esta familia están apurados porque la temporada de la Purísima y Navidad está a la “vuelta de la esquina”, como reza un popular dicho nicaragüense.
Masaya se caracteriza por tener gente de manos laboriosas que en esta temporada se dedican a elaborar todos los productos nacionales alusivos a las festividades de cierre de año, que son repartidos en los novenarios de la Purísima y el Niño Dios.
Literal Periodismo Ciudadano te cuenta la historia de estos artesanos que mantienen viva la tradición.
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35 años de tradición
En el taller de Latino la especialidad es la elaboración de las famosas matracas, que aún se resisten a desaparecer a pesar de la avalancha de juguetes sofisticados hechos de otros materiales y que son traídos desde el extranjero.
Sin embargo, en este pequeño rincón de Nicaragua aún se conserva esta vieja tradición de crear juguetes de madera y palmas.
“Nosotros tenemos unos 35 años de dedicarnos a este trabajo, mis abuelitos comenzaron, luego mi papá y de ahí hemos heredado este oficio. Antes elaborábamos otros productos, pero ahora solo nos quedamos con las matracas”, dice Latino.
“La principal problemática que tenemos ahorita es que los clavos están caros y con la madera las dificultades son por la Policía y el Marena que mucho nos molestan, pero gracias a Dios hemos estado vendiendo. A pesar de la pandemia (del Covid-19), pensábamos que íbamos a estar mal, pero se ha estado vendiendo. La gente no ha dejado de comprar estos productos tradicionales”.
Marcos Latino, artesano
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Las canastitas de doña Bernabé
Doña Bernabé Muñoz es una monimboseña de 93 años. Tiene manos prodigiosas y canastitas de palmas coloridas van surgiendo de sus dedos hábiles aun, mientras sus nietos le ayudan a pintar y rematar en detalles.
Si en muchas griterías o Purísimas usted ha visto canastitas de palma multicolor que llevan gofios y demás dulces en su interior, seguramente alguna de ellas es parte de la creación de esta señora, quien junto a su familia mantienen viva esta hermosa tradición indígena.
Aunque sus nietos le han dicho que es tiempo de descansar, esta laboriosa artesana se resiste a dejar de trabajar.
Tres décadas de esfuerzos en Masaya
“Tengo muchos años que soy artesana, elaboro canastitas típicas y trenzas para cintas de indios. Todo el mundo me conoce porque tengo 30 años de trabajar en esto”, cuenta.
“La gente todavía nos compra estos productos y todavía llega enero y vendemos las trenzas porque es comercial, no solo por un periodo”, explicó la señora.
En la casa de doña Bernabé, como es conocida en Monimbó, el año pasado la situación estuvo bastante complicada económicamente a causa de la pandemia del Covid-19, pues vieron reducidas sus ventas al mínimo.
“La pasamos mal, porque todo mi material lo fui ‘matar al fiado’, se devaluó, pero este año sí nos ha ido mejor, porque le doy gracias a Dios que ya vendí, hay negocio y sigo trabajando porque quiero salir en procesión con la Virgen María el último día de la novena. Sigo trabajando hasta que Dios me quite la vida”.
Bernabé Muñoz
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Los “caballitos de palo” se resisten a morir
Los famosos caballitos de madera pintados de amarillo y con crines de colores ya están listos en la casa de Antonio García en Monimbó.
Ahí todos los días, desde tempranas horas, inicia la jornada de elaboración y distribución de estos juguetes infantiles que por décadas, desde Masaya, han llenando de alegría a muchos niños y niñas nicaragüenses.
“Este taller tiene 12 años de existencia y quien me dejó este legado fue mi mamá, que ya descansa en paz”, cuenta.
“Nosotros elaboramos caballitos de madera, palomitas, carritos, chinitos de muñeca, carrusel entre otros juguetes. Para esta temporada dicembrina, estos juguetes se reparten en la Gritería y en las Purísimas y la demanda se mejora”.
Antonio García, artesano.

Masaya sin apoyo estatal
García asegura que las diferentes instituciones estatales no les apoyan con la compra de estos productos elaborados principalmente en el barrio indígena de Monimbó.
“El gobierno (de Nicaragua) apoya solo a su gente, a los que ellos miran conveniente ayudarles. Yo le hago un llamado a la población nicaragüense a que consumamos lo nuestro, que mantengamos viva nuestra cultura, nuestras tradiciones, porque los caballitos de palo es lo tradicional para repartir en las Purísima”, subrayó García.
Mencionó que en la actualidad muchas personas están sin un trabajo formal y tienen que buscar vacantes en algunos talleres artesanales para poder llevar el sustento a sus familias y por eso es importante apoyar a la micro y mediana empresa.
“Hay jóvenes que están en el desempleo, pero en los talleres les damos oportunidades, aunque actualmente en el país todo está decaído, pero con estos trabajos se mejora la situación tanto del artesano como del empleador”.
Antonio García