Germán Antonio Miranda es un hombre alto y de mirada serena. Mira como si estuviera estudiando cada cosa frente a él.
Su vida está marcada por dos etapas: primero fue reconocido en Nicaragua por su trayectoria en el béisbol y después por su pasión, entrega y calidad como reportero gráfico.
Este fotógrafo y ex deportista es originario de San Pedro de Lóvago, un municipio del departamento de Chontales, en la Región Central de Nicaragua, a casi 190 kilómetros de la capital, Managua.
El estadio de béisbol de esa localidad lleva su nombre y en su historia como reportero gráfico ostentó el codiciado Premio Rey de España, el cual muy pocos periodistas nicaragüenses han logrado obtener.
Miranda, ahora en el retiro tanto del béisbol como de la fotografía, comparte que su niñez fue la de todos los niños de su pueblo, con muchas carencias económicas, pero con mucha libertad en los campos.
La llama del béisbol enciende a Germán Miranda
“Me tocó trabajar, hacer de todo, aprender a vender tortillas, lustrar y coser zapatos, además de chapear potreros. Mientras trabajaba estudiaba la primaria en el Colegio Pablo Hurtado de San Pedro”, recuerda.
Según Miranda, cumplidos los 18 o 19 años, comenzó a jugar béisbol y pronto llamó la atención por su estatura, bola rápida y juego valiente.
Lo llamaron de diferentes equipos y cuando se dio cuenta ya estaba jugando en la Primera División del país y después en la gran Selección Nacional.
“Con el Granada Marfil en ese momento, después salía a jugar fuera, regresé y fui a parar al Estelí, pero antes de parar en Estelí estuve con la Selección Nacional en un Mundial y ahí me hice amigo de algunos peloteros de la otra liga, porque en ese momento habían dos ligas en Nicaragua y así fui a parar a Estelí hasta que vino la guerra y terminó todo… terminó con mi carrera”, lamenta Miranda.
Germán Miranda
Asegura que cuando inició la guerra civil en Nicaragua en 1979, él buscó otros horizontes motivado por “cuestiones que había visto en el béisbol”, de peloteros estrellas que cuando terminaban de brillar pasaban penurias económicas fuera del deporte y se les trataba con desprecio.
Entonces dejó de jugar y se dedicó a trabajar, remarca Miranda.
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La fama toca su puerta
Sobre las lecciones y el aporte que dio el deporte a su vida, Miranda señala que le dejó muchas amistades.
“Yo fui una persona muy sobresaliente en el deporte, con grandes cualidades en el béisbol. Entonces la gente te conoce y uno se hace amigo de la gente”, señala con voz pausada y firme.
Agrega que los viajes también le permitieron conocer muchos lugares que nunca hubiera imaginado cuando jugaba en los campos de Lóvago.
Miranda recuerda que cuando vivía en San Pedro, no había televisores donde mirar los partidos; eran transmitidos por la radio y es ahí donde él escuchaba que los locutores mencionan a los grandes peloteros y que hablaban de ellos como que eran los “dioses del Olimpo”.
Miedo a fracaso y adiós al béisbol
A pesar de esa distinción que se les daba a los deportistas destacados en los medios, en Miranda fue creciendo un miedo al fracaso, pues conoció a un pelotero que ya estaba en su fase final y miraba cómo los fanáticos “después que ese tipo les dio gloria, lo trataban con desprecio”.
Advierte que ese tipo de acciones no le gustaban “porque uno se entrega, se entrega en cuerpo y alma, pero el fanático es bien duro cuando uno no rinde”.
“Y entonces yo dije: no, yo no voy a quedarme a esperar”. Y así inició a buscar empleo en otras áreas fuera del deporte.
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De los quesos y su distribución al mundo de la fotografía
Miranda cuenta que al salir del béisbol se aferró más a la idea de trabajar a tiempo completo; comenzó a buscar empleo y migró a Managua donde llegó a la empresa láctea La Perfecta.
Advierte que ahí aprendió a hacer un montón “de quesos y cosas” y como era aplicado, después lo pasaron de jefe de un departamento.
Agrega que posteriormente la empresa creó 13 centros de distribución en Managua y él fue enviado a dirigir uno de ellos, ahí trabajó hasta que a su vida llegó la fotografía y el cine.
Miranda recuerda que en los años ochenta ingresó al Instituto Nicaragüense de Cine (INCINE), un órgano estatal creado para la producción y distribución de la industria de cine nicaragüense y fue ahí donde descubrió la fotografía.
“Estoy hablando de 1982 cuando INCINE era una institución de formación y todos los días había cursos de toda cosa, mirábamos cine casi todo el día, se discutían las películas, los documentales y de esas cosas uno va aprendiendo a la par con la fotografía. Hasta que me convertí en fotógrafo de cine para las películas y los documentales”.
Germán Miranda
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El inicio en el mundo de fotografía “still”
Miranda expone que en INCINE se dedicaba a hacer fotografía “still”.
Recuerda que su importancia radicaba en que era una documentación que se hacía de acuerdo al encuadre que llevan las cámaras, para después hacer fotos.
Estas imágenes después las utilizaban, entre otras cosas, para hacer los afiches de promoción de las películas.
“En pocas palabras se trataba de hacer lo que usted ve cuando va al cine y en la pared de afuera están unas fotos de acción de la película”, ejemplifica Miranda.
El aporte de la fotografía de cine
“Eso es lo que hacíamos, recorríamos todo el acontecer de la película y después, al final las fotografías se ocupaban para mandar a los certámenes internacionales para competir y también para promocionar las producciones”.
Según Miranda toda la información que recibía le sirvió para formarse rápido. Recuerda que se hacían discusiones sobre cine, encuadres, ángulos “y todas esas cosas me sirvieron para consolidar mis conocimientos”.
Este reconocido reportero gráfico, que actualmente planea dedicarse a capturar imágenes de la naturaleza y de los paisajes de Nicaragua, destaca que la fotografía le encantó desde que tomó su primera cámara.
El salto de Germán Miranda a los medios
“Me encantó. Y a partir de ahí yo miré que tenía buen ojo para hacer fotos y a la gente le gustaba lo que yo hacía, eso fue muy halagador. Me aferré a la fotografía y en 1988 me dice uno de los compañeros fotógrafos fíjate que en Barricada están buscando un fotógrafo, te voy a recomendar, andá ya. Llegué, firmé contrato y comencé a trabajar con ellos”, recuerda Miranda.
Germán Miranda
Miranda narra que por un tiempo trabajaba en INCINE y Barricada a la vez, pensó en renunciar al primero explicando que tenía otro trabajo, sin embargo, el encargado administrativo le dijo: “¿para qué vas a renunciar? Vení cuando puedas hacer algún trabajito”.
“Y entonces me quedé ganando dos salarios. Hasta que hubo un momento, que ya me separó totalmente de INCINE, pues ya habían dificultades para continuar funcionando”, recuerda Miranda.
Por otro lado, cuando el diario Barricada comenzó a tener problemas económicos la frecuencia del trabajo fue disminuyendo paulatinamente y las publicaciones se hacían quincenales o mensuales y fue en ese momento que Miranda pasó a la redacción central y se convirtió en jefe de los fotógrafos.
Trabajó ahí hasta que el periódico cerró y saltó a otros medios escritos hasta llegar a La Prensa.
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Empleo gracias a una antigua solidaridad
Miranda recuerda que durante su carrera fotográfica conoció a un colega quien en muchas oportunidades le solicitaba apoyo con material gráfico, porque tenía retrasos o no podía asistir a ciertos lugares.
“Hay que ser colaborativo siempre y yo le pasaba material”, refiere Miranda y agrega que cuando se quedó sin trabajo, este amigo lo recomendó en el diario La Prensa y fue así como siguió su carrera.
En este diario dio coberturas a todo tipo de situaciones como el deslave del volcán Casita en Chinandega, allá por octubre de 1998.
De esa cobertura Miranda recuerda que hizo una foto de una señora con su marido y un niño llorando, tras haber sobrevivido al deslave del volcán Casita, la cual fue portada de una revista internacional.
Cruzando ríos a nado para entregar material al periódico
Este maestro de la fotografía también recuerda que después de una noche en el lugar, se quedó sin película y se dedicó a ayudar a organizar un poco a la gente que necesitaba auxilio tras el paso devastador del huracán Mitch.
Sin embargo, al día siguiente le preguntó al jefe militar que andaba en labores de rescate:
GM: Mire jefe ¿será que me pueden sacar de aquí?
Militar: No, imposible. Aquí estamos solos para los heridos.
Miranda recuerda que insistió: “Mire, yo necesito llevar esto (mostrandoles los rollos fotográficos). Yo necesito que el mundo vea lo que llevo aquí. Con esto que yo llevo, van a venir más helicópteros, van a venir más ayudas”.
Según Miranda, el militar reaccionó y le contestó: “mira, móntate en el siguiente viaje”.
Acto seguido Miranda se comunicó con la editora del periódico y acordaron que le enviaría un vehículo lo más cerca que lograra y luego él haría sus esfuerzos para ir a entregar el material.
“Yo busqué como salir, me tiré a los ríos. La gente de la Cruz Roja en un río me quiso detener, pero yo había nacido en un río y mi encanto era tirarme cuando estaba bien hondo y cómodo… y la gente hasta me buscaba para que les salvara animales y cosas cuando vivía en San Pedro”.
Germán Miranda
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Travesía de una imagen que recorrió el mundo
Agrega que para proteger el material lo había guardado en una bolsa plástica perfectamente amarrada y que trasladaba sobre su cabeza.
“Salí como pude. Recuerdo que de León para allá me encontré un tractor que me sacó hasta un puente que se llama La Leona y después caminé hasta que llegué a Izapa”, relata Miranda.
Ahí estaba el río, me lo pasé y ahí estaba la camioneta y ya puede entregar el material y contar las cosas puntuales que había visto.
Premio por sus fotografías
“Y al siguiente día salimos como los únicos que teníamos imágenes del volcán”, cuenta orgulloso.
Después de “haberla pegado ese día comenzamos a estar viajando a Posoltega a hacer reportes de los estragos del derrumbe”.
Miranda rememora que con esa cobertura del volcán Casita ganó un premio de ACAN EFE y uno de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
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Aquella inundación
Miranda describe que el siguiente año, es decir en 1999, estando en su día 9 de vacaciones, de más de 20 que había acumulado, recibió una llamada del jefe de fotografía.
“Germán fijate que necesito que me apoyes, hombre. Lo que pasa es que en Masachapa hay unas inundaciones y necesito que vayas”.
Miranda cuenta que como siempre ha sido colaborador y amante de su trabajo le contestó que iría, que lo mandaran a buscar con cámara y todo el material necesario.
Relata que se fue al lugar indicado con una periodista y cuando llegaron encontraron un río crecido.
La foto del premio que no se publicó en portada
Luego de las primeras fotos, la periodista que lo acompañaba lo estaba apurando para terminar y regresar a la sala de redacción: “espérate, espérate, le decía yo”, cuenta Miranda.
“De pronto llegó la Cruz Roja y un maje se pasó con un mecate que amarró en ambos extremos del río, le montaron un chavalito y otras cosas; entonces mi fotografía es el esfuerzo del socorristas con el niño llorando, una gran correntada de agua y el cable tensado”.
Asegura que él consideraba que era una gran foto sin embargo, cuando llegó al periódico y se la propuso al editor para la portada este le dijo que no, que ya tenía una foto.
“Era de una ventolera ahí en el volcán Casita, un poco de piedras que no decían nada. Y entonces mi foto se quedó sin publicar. Pero nosotros los fotógrafos teníamos una página dentro del periódico en la que compartíamos imágenes con textos de 400 palabras y ahí publiqué la fotografía”.
Germán Miranda
El premio Rey de España
Posteriormente Miranda mandó a concursar la fotografía y un dichoso día mientras cubría unas elecciones municipales en Jinotega, en medio de una protesta con antimotines que llevaba ya un día y medio, recibió la llamada del gerente del diario.
Le dijo: “Ahora si la partiste Germán, te felicitamos aquí desde el diario La Prensa y estamos súper contentos por tu logro”.
“Yo me alegré también, quién no por un premio de esa envergadura que ha sido ganado por Sebastián Salgado, por ejemplo, y por otros fotógrafos de renombre”, recuerda Miranda.
Confía que lo más emocionante de ganar el Premio Rey de España fue la experiencia de ir a España, estar en el Palacio del Rey, ser parte de todo el protocolo y asistir a los diversos actos.
Por supuesto el cheque por 8000 euros también fue gratificante.
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GALERÍA DE IMÁGENES DE GERMÁN MIRADA
Un día en el que casi pierde la vida
Miranda señala que en varias oportunidades escapó de morir durante coberturas.
Una de las que más le impactó fue viajando de Quilalí hacia Managua, en una vuelta conocida como El Pericón, ubicada entre San Juan de Telpaneca y San Juan de Río Coco.
Aunque no recuerda con exactitud el año, pero fue en los años 90 y tiene presente que se encontró con unos rearmados.
“Cuando nos acercamos están dos tipos con una camiseta negra, con unos hoyos en los ojos, con los fusiles y haciéndonos parada. Mi primera reacción es visualizar un fotón, veo a los dos tipos en diagonal y detrás de ellos como a 30 personas que también habían secuestrado acostadas boca abajo”, recuerda Miranda.
Un fusil en la cabeza
Indica que él se bajó del vehículo donde se movilizaban, con la cámara lista y les pregunta “¿les puedo hacer una foto?”, a lo que los armados contestan “a tu madre le vas a hacer una foto”.
Según narra Miranda, uno de los armado le pegó un “culatazo” lo tiró al suelo y le puso la bota en el cuello y el AK en la sien.
“Aquí te vas a morir oíste”, decía el hombre a lo que Miranda le contestaba: “cómo me vas a matar si yo te pedí permiso, nosotros somos escritores y andamos haciendo un libro”.
Posteriormente, el armado le dijo que permaneciera en el suelo y se dirigió a revisar la camioneta y encontró un termo lleno de café y de 2 tragos se lo tomó, luego le dijo a Miranda que le iba a pegar fuego a la camioneta.
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Armados huyeron por el monte
“No hombre, no le pegues fuego, no nos dejes a pie que estamos largo de la casa”, le dijo al hombre, quien con violencia le quitó todo el equipo fotográfico y aproximadamente 600 córdobas.
Además le ordenó que se apartara un poco porque le iba a pegar fuego al vehículo.
Acto seguido, el armado arrebató unas almohadas que llevaba la periodista que acompañaba a Miranda, las encendió y se fue del lugar diciéndoles a todos los presentes que no levantaran la cabeza o los matarían.
Cuando miro que los hombres cruzaron un alambre que estaba en las cercanías, inmediatamente el fotógrafo se incorporó y retomó su viaje a Managua, no sin antes pasar haciendo una denuncia en la estación de Telpaneca.
Premio por valentía en la misión periodística
Al llegar a la redacción ya todos estaban enterados de lo acontecido y a Miranda le dieron dinero para que repusiera los equipos. “Compre los equipos de última generación”, recuerda Miranda
Luego de comprados los equipos, una persona llamó a su casa para indicarle que habían recuperado los equipos, aquí te los tenemos, vení traelos le indicaron.
“Me van a quitar los nuevos dije yo, pero llegó y los encuentro que los habían enterrado como por 8 días que habían pasado lloviendo y todo estaba oxidado, los agarre y los llevé al medio aunque ya no eran útiles” recuerda Miranda.
Germán Miranda
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El estudio es importante para todo
“Mire, nosotros nos hicimos a la bruta”, me contestó Miranda cuando se le consultó sobre cómo se puede evolucionar y mejorar en la fotografía.
Él trabajó más de cuatro décadas en medios de comunicación y logró amasar una biblioteca de más de 270,000 imágenes.
Recordó que en los años 80 vivieron cientos fotógrafos al país a cubrir la guerra y era una locura realizar las coberturas, “pero eso nos sirvió mucho a nosotros para ver qué tipo de lentes usaban, cómo eran las coberturas que ellos hacían y a codearnos con ellos”.
Advierte que en la actualidad los profesionales y estudiantes que gusten de esta profesión deben de formarse integralmente.
“Que estudien fotografía y que sean propositivos, hay tantos temas y en cualquier lugar a usted le puede salir una buena fotografía”, resalta.