El más reciente informe sobre las violaciones a la libertad de prensa, correspondiente al monitoreo realizado para el mes de julio del 2021 por el diario La Prensa, reafirmó que “la práctica periodística en Nicaragua se ha convertido en una profesión de alto riesgo”, por causa de la represión estatal generalizada.
Dos días después de la difusión del informe en el que también se dio a conocer que 11 periodistas más migraron forzosamente del país, el diario La Prensa anuncia que por causa de la retención aduanera del papel, suspenderán la circulación física del único periódico impreso a nivel nacional, mismo diario que acumula 95 años de antigüedad.

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La función fiscalizadora del periodismo
Así pues, se pronuncia la reflexión en torno al quehacer periodístico y los riesgos inherentes que conlleva ejercer la labor de fiscalización social.
Resulta que una las advertencias más comunes que escuchan las personas que deciden estudiar una licenciatura en periodismo o comunicación es que se trata de una profesión peligrosa.
Los docentes emiten la misma advertencia en medio de sus cátedras y al final todo apunta a que el periodismo es peligroso en cualquier parte del mundo, pero lo es aún más cuando se ejerce en países cuyos gobiernos se caracterizan por autoritarismos totalitarios.
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La censura, el principal problema
La posible razón tras esa aseveración se acuña a la censura. La realidad es que ningún funcionario público recibe gustoso cuestionamientos sobre su trabajo y en ocasiones es común que “pasen factura” a los hombres y mujeres de prensa que fungen como los portavoces de preguntas difíciles e incómodas.
Silenciar o acallar al periodismo independiente se convierte en fenómeno frecuente hasta que poco a poco la represión escala a niveles alarmantes.
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El precio de la vocación periodística
De esa forma, las y los periodistas se vuelven blancos de acoso, amenazas, extorsiones, asedio, persecución política, golpes, detenciones, embargos, robos, allanamientos, cárcel, secuestros, torturas o exilio y para los más desafortunados, muerte.
Aunque quizás la preocupación más dolorosa es imaginar el daño que podría causar a terceras personas, en especial cuando los posibles afectados son fuentes de información confiables e incluso familiares o amistades cercanas.
Los diversos contextos obligan a los periodistas a tomar medidas de prevención a fin de nunca llegar a esos extremos de inseguridad. Por lo general las medidas van desde la encriptación de información, hasta caminar alertas cuando se realiza cobertura de eventos, pero la verdad es que la vocación de producir un periodismo veraz, comprometido y ético cobra un alto y duro precio en las sociedades contemporáneas.