Roy Eduardo Moncada González (Managua, 1989) siempre está listo. No importa si es temprano por la mañana o tarde por la noche, si hay que ir cerca o lejos, si la noticia es un huracán, una protesta, la inauguración de un puente o una actividad de la Alcaldía de Managua. Si sus superiores en el Diario La Prensa le dicen que va a ir, él va.
Es así desde hace ocho años y, aunque dicen que el enamoramiento del oficio suele durar poco, ocho años después él sigue diciendo lo mismo: “Soy un enamorado empedernido del Periodismo”.
Periodista desde el escenario
Cuando era niño, desde su barrio en la zona costera de Managua, un lugar de pobreza, peligro y delincuencia sobre todo durante los años noventa, Roy no pensaba en Periodismo.
“Lo miraba como ir a la luna, algo que no era para cualquier mortal, inalcanzable”, expresa. Sin embargo, eso cambió en la recta final de la secundaria cuando, en una obra teatral, realizó el papel de periodista. “Ahí fue que dije me gusta esto y empecé a tener acercamientos con lo que era el Periodismo, investigando lo que hay detrás”.
El siguiente paso fue solicitar una beca en la Universidad Centroamericana (UCA) para estudiar Comunicación Social; no obstante, cuando le concedieron la beca, Roy tuvo que hacer una renuncia.
“Yo era voluntario de una ONG donde a través de la lúdica tratábamos de alejar a los muchachos de mi barrio de las drogas y otros vicios y enfocarlos a tener un proyecto de vida, yo hacía mis horas en la tarde, pero en la Universidad primer año era por la tarde así que tuve que decidirme. A veces hay que dejar ir unas cosas para ganar otras y si tenía que dejar el voluntariado donde aprendí y crecí mucho por la profesión, tenía que hacerlo”, recalca.

“No me miraba escribiendo”
Estando en la Universidad, donde confiesa que fue un alumno promedio, Roy no se miraba escribiendo porque le parecía un campo “súper exigente”, pero había alguien que sí creía que él tenía la capacidad para hacerlo y que iba a ser determinante en su futuro.
“Un día yo iba caminando por un pasillo de la UCA y el profesor Joaquín Tórrez, a quien le tengo mucho respeto y agradecimiento, me llamó y me dijo que estaban buscando a alguien en el Periódico Hoy, que no me iban a pagar bien, pero que iba a ganar experiencia”, recuerda.
Al día siguiente le llevó sus documentos.
De la UCA al Hoy
Pasaron dos semanas sin recibir respuesta. Un día Roy se encontró con una compañera de clases que le dijo que en La Prensa buscaban un pasante para el suplemento juvenil Aquí Entre Nos, él pensó aceptar, pero justo en ese momento vio al profesor Joaquín, le comentó la decisión que iba a tomar, él le pidió que esperara un segundo, hizo una llamada y le dijo que se fuera para el Hoy.
“Hasta me fui sin almorzar, no pude ni comerme el banano que me comía esperando el bus”, señala.
“Me recibió Jessly Obando, que era la editora de la sección Voz Ciudadana, me explicó cómo funcionaba todo, me dijo que tenía que llegar dos o tres veces a la semana y recuerdo que yo llegaba todos los días porque cuando uno todavía es estudiante le encanta ver su nombre impreso en el papel y tenía muchas ganas de contar historias y de cambiar el mundo a través de la pluma y sigo creyendo que el Periodismo cambia mucho, de una forma lenta, pero cambia realidades”.
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El salto a las “Grandes Ligas”
A los veintidós días de haber iniciado en el Periódico Hoy le avisaron que iba a hacer el examen de admisión y que, si lo pasaba, se quedaría. “Y un 20 de diciembre, que es el cumpleaños de mi padre, firmé mi contrato en el periódico. Él me dijo que esa era la mejor noticia que había recibido en un cumpleaños y yo me sentí alegre por el contrato y satisfecho porque admiro mucho a mi padre, es un gran ser humano”.
Su comentario final será una constante, pues durante toda la entrevista Roy habla con gran amor acerca de sus padres. Su papá vive fuera del país desde que él era un niño, así que se ha criado muy apegado a su madre y a sus dos hermanos, uno mayor y otra menor.
Además, también es tío y le encanta pasar tiempo con sus sobrinitas.
Una tarde, cuando tenía tres meses y medio de estar en el Periódico Hoy, su editora le dijo que necesitaba reunirse a solas con él. “Yo pensé que había cometido un error en alguna nota, pero me dijo que don Eduardo Enríquez, el editor de La Prensa, había solicitado que me cruzara. Le dije a Jessly que no estaba preparado, que me parecían las Grandes Ligas, que no iba a dar la talla y ella me dijo mirá chele, las puertas se abren solo una vez, vas a crecer un montón, deberías lanzarte”.
Y así fue. Esa misma tarde del año 2012 su nuevo editor lo mandó a su primera cobertura para El Diario La Prensa.
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Dudar de los números de la Alcaldía
En esta nueva aventura su fuente pasó a ser la Alcaldía de Managua, infraestructura vial, transporte selectivo, transporte urbano colectivo y transporte pesado, siendo la Alcaldía de Managua “todo un mundo”, según sus propias palabras.
En estos ocho años ha tenido que lidiar con “dos alcaldes y uno en funciones: Daysi Tórrez con dos períodos, Reyna Rueda y Fidel Moreno, secretario general de la Alcaldía, pero quien ostenta todo el poder”.
Roy expresa que, para adentrarse en el mundo de la comuna capitalina lo que más tiempo le ha llevado es leer los documentos oficiales, los informes, el Plan de Inversión Anual y el presupuesto pues “hay que sacarles punta porque en muchos casos inflan proyectos o lo hacen de una manera no transparente o los ejecutan antes de aprobarlos, en el caso de la Alcaldía de Managua hay que dudar de todos los números que presenten e ir más allá de lo que está por encima”.
Además no le resta complejidad a la figura de Fidel Moreno, que “es una persona muy hábil diciendo mentiras y hay que seguirle el hilo para desnudarlo”.
Al mismo tiempo, su reporteo le ha permitido tener una visión más amplia de la capital y así ha aprendido que “Managua es muy desordenada, no tiene una lógica de crecimiento, y si sigue desarrollándose o ampliándose horizontalmente, como lo hace desde el terremoto de 1972, no va a ser auto sostenible y va a ser más caro y más engorroso trasladarse de un punto a otro y vivir en esta ciudad”.

“Estaba muy contaminado de tanta convulsión”
No obstante, en abril de 2018 el tema de Managua pasó a un segundo plano por algo mucho más grande y crítico: Las manifestaciones ciudadanas contra las reformas al Seguro Social que fueron violentamente reprimidas por el régimen orteguista.
Roy estuvo ahí desde la que “despuntó” todo, la protesta del 18 de abril en Camino de Oriente. Y aunque inicialmente utiliza la frase “son gajes del oficio”, luego se sincera acerca de su dolor como ser humano.
“En lo personal me afectó mucho y cumplí con ese proceso que dicen los psicólogos que tienen las personas con problemas con el alcohol que primero lo negaba, pero por mis actitudes y mi forma de ser, estaba muy contaminado de tanta convulsión, andaba muy perdido y contagiado por lo que miraba y fue tan rápido, fue un efecto dominó y a uno le afecta ver el dolor de la gente, que te cuenten su historia, a uno lo golpea y en frío lo hace ser más agradecido por lo que tenemos porque en cierta manera soy un privilegiado”, comenta.

La satisfacción de un periodista
Esta tarde llueve torrencialmente en Managua. Con tormenta eléctrica y mucho viento. Hay inundaciones, caos vial y hasta un tornado en Ciudad Sandino. Roy sabe muy bien lo que ocurre en la capital de Nicaragua en días como hoy porque cada invierno le ha tocado calzarse las botas de hule y salir a reportearlo a los puntos más críticos.
“Cuando veo familias que de la noche a la mañana o entre una brisa y un aguacero pierden su casa o la corriente se les lleva muchos años de trabajo, es un drama y por eso digo que hay que ser más agradecidos porque uno no es de esas personas vulnerables”, insiste.
“¿Y qué es lo mejor que te ha pasado?”, pregunto. La sonrisa vuelve a aparecer en medio de su bigote y su poblada barba. “Que escribás algo y que luego te enterés que la gente de la que escribiste algo, por ejemplo, un relato de que necesitaba ayuda o le había pasado una tragedia, y que tiempo después te la volvás a encontrar por casualidad, te pregunten si los recordás y te agradezcan porque les ayudaron esos ángeles que son de carne y hueso y andan ahí entre nosotros”.
A continuación, menciona a “toda la gente que estuvo detrás para que esa nota se publicara, funcionara y tuviera un impacto positivo, desde el reportero gráfico que tomó la buena foto, el conductor que te llevó y supo cómo entrar y salir del lugar, trabajo de equipo”.
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Foto de infancia de Roy Moncada, hasta el día de hoy muchas personas siguen apodándolo “chele”. Literal/Cortesía
Polo a tierra con la realidad
De vez en cuando y para enfatizar sus palabras, Roy mira directamente a los ojos. Tiene la piel blanca y el cabello castaño claro ya casi le cubre la nuca. “No me lo he cortado desde una semana antes que se detectara el primer caso del virus en Nicaragua”, confiesa.
Cuestionado acerca de la formalidad con la que conversa, la sonrisa se asoma entre la barba otra vez. “Quizás proyecto seriedad y a veces la gente lo relaciona con que soy aburrido o con la edad y yo apenas tengo 31 años. Trato de ser responsable y estar polo a tierra con la realidad y, ojo, creo que no soy aburrido, soy divertido, habría que preguntárselo a mis amigos, pero cuando se demanda serenidad, tenés que estar acorde al contexto”.
El miedo a la hoja en blanco
La primera parte de la entrevista, igual que pasa en el béisbol, tuvo que suspenderse por mal clima y retomarse en esta mañana de sábado con el cielo gris, pero calmo.
Hoy Roy lleva puesta una camisa azul oscuro con botones en el frente, es el uniforme visitante de su equipo de béisbol favorito: Los Bravos de Atlanta. “Después de doce días de trabajo ininterrumpido, hoy tienen juego a las seis de la tarde y espero poder verlo”, comenta animado.
“¿Cuál es el momento más difícil que has vivido como periodista?”, le pregunto.
“Situaciones puntuales no se me viene ninguna a la cabeza, pero creo que de lo que no se escapa ningún periodista es frente a la hoja en blanco, tener que llenar una nota y estar bloqueado o que te cueste un tema o que te sea difícil traducirlo para que sea sencillo y claro o no lo entendés y tener ese reto de hacer un texto amable para cumplir con el principio de Periodismo de comunicar un mensaje”.