La educación en Nicaragua es de muy baja calidad sobre todo para quienes vienen de hogares en los cuales la escolaridad es limitada, donde hay padres o madres analfabetas funcionales. También para quienes provienen de territorios multiculturales, advirtió la doctora en educación Vanessa Castro Cardenal.
Según Castro “en lugar de ser un bien público, la educación (…) ha creado marginación y ahondado en las enormes desigualdades que hay en el país. Para muestra: la tasa de graduación promedio de sexto grado es de un poco menos del 60 por ciento en general, entre los estudiantes de más capacidad adquisitiva es del 90 por ciento, pero entre la niñez de bajos ingresos es del 23 por ciento”.
Desde hace 11 años Castro, se desempeña como coordinadora honoraria de la campaña “Vamos a leer, leer es divertido”; ella explicó que un bien público es un servicio que tiene la misma calidad para la niñez sin importar su poder adquisitivo.

Dificultades latentes
A criterio de Castro, la mayor dificultad que enfrenta Nicaragua es que los estudiantes no aprenden y que por ello tienden a convertirse en analfabetas.
“Cuando sus padres los sacan del colegio para que ayuden al hogar con trabajo al notar que no están aprendiendo. Cuando un niño o niña sale de la escuela antes de cuarto grado (ese es el período en que hay mayor deserción escolar en Nicaragua) y no logró aprender a leer y escribir, se vuelve en poco tiempo un analfabeta”, lamentó.
Castro agregó que la baja calidad de nuestra enseñanza pública, no logra que la mayoría de los estudiantes dominen habilidades esenciales para seguir aprendiendo.
Educación en crisis
La educadora refirió que de acuerdo al Banco Mundial, un 70 por ciento de los estudiantes no logra leer ni escribir en tercer grado lo cual a su criterio tiene múltiples causas.
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“Los docentes tienen los más bajos salarios de Centro América, tienen muy baja escolaridad”, expresó Castro y agregó que como agravante, los libros de texto con los que se enseña tienen poca calidad y son insuficientes.
Además “los docentes trabajan sin estímulos y muy pocos materiales didácticos, el currículo es muy poco funcional cubriendo muchos contenidos superficialmente, y en secundaria el currículo no se ha cambiado ni modernizado en décadas”.

¿Cómo vencer estas dificultades?
Al ser consultada respecto a las estrategias que se pueden llevar a cabo para superar las dificultades planteadas, Castro enumeró seis.
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Dar mayor financiamiento a la educación preescolar, primaria y secundaria incluyendo en las secundarias salidas vocacionales y técnicas.
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Administrar este financiamiento siguiendo políticas educativas de discriminación positiva de carácter estatal para que no se pueden cambiar cada vez que cambie un gobierno.
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Formar a los docentes como profesionales del siglo XXI y apoyarles en su labor con seguimiento a su desempeño para estimular a los mejores y dar ayuda en formación a quienes están con dificultades pero que tienen motivación.
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Dotar las escuelas de excelentes textos, materiales didácticos y de literatura variada y hacer llegar estos materiales al inicio del año escolar a todos y cada uno de los estudiantes.
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Implementar un sistema de evaluación de los aprendizajes para que en la escuela y en el hogar se sepa a quienes hay que dar más apoyo para que superen problemas y conseguir que la familia se involucre más en la labor de educar.
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Implementar educación en línea para mejorar la oferta educativa y su calidad en territorios focalizados donde hay menos aprendizaje.
La educadora planteó que estas estrategias no se pueden ejecutar si no hay un cambio sistémico en el liderazgo educativo que debe ser escogido en base a criterios profesionales y no partidistas.
Además de “responder a la población por sus decisiones pues la educación la pagamos todos los nicaragüenses y lo que pase en el sistema educativo afecta nuestro futuro como país, las oportunidades de los futuros ciudadanos de salir de la pobreza y aportar al desarrollo sostenible de Nicaragua”.

Estudiantes con pocas habilidades para la vida
Castro planteó, que la baja calidad de la educación pública ofertada en el país genera inequidad y desigualdad, y esto perjudica al país, el futuro de niños y niñas con discapacidades, habitantes de zonas rurales y de las regiones Sur y Norte de la Costa Caribe.
“Tampoco la educación no está ayudando a crear sentido de nación ni de ciudadanía pues no refleja la pluriculturalidad y multietnicidad de las comunidades de esas dos regiones”, insistió Castro.
Según la educadora tampoco se oferta posibilidades de que los niños y jóvenes lleguen a dominar habilidades indispensables para su futuro y su inserción laboral como el trabajo colaborativo, la comunicación, la capacidad de escucha, la creativos y el cuido a si mismo en los aspectos básicos como salud y alimentación.
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Finalmente Castro consideró que la actual inversión en educación favorece a quienes tienen más medios, pues es alta para los estudiantes universitarios que en su mayoría no son pobres y muy limitada para los estudiantes de preescolar.
“El país invierte 58 dólares por cada estudiante de preescolar y más de 1300 en cada estudiante universitario. A esto se le conoce como inversión regresiva, que es lo contrario de lo que necesitamos”.