El periodismo es una profesión idealizada como valiente, interesante, emocionante, emancipadora y hasta heroica. De hecho, el trabajo realizado por hombres y mujeres de prensa se ha romantizado a lo largo del tiempo y se le consideró, a partir de una frase romántica de un gran escritor, como “el mejor oficio del mundo”. Lo cierto es que existen diversos mitos sobre el quehacer periodístico y las personas que lo ejercen y en Literal Periodismo Ciudadano queremos destacar esos mitos y contraponerlos a la realidad.
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Son buenas personas
Ryszard Kapuscinski una vez dijo que “para ser buen periodista hay que ser buena persona” y hay cierta verdad en su afirmación. Sin embargo, en la realidad contemporánea existen muchas excepciones.
Hay muchos periodistas de largas trayectorias que olvidan la calidad humana, la amabilidad e incluso la empatía y terminan, entre muchas cosas malas, metidos en casos de corrupción similares a los que antes habían denunciado. Ejemplo de ello es la historia reciente de El Salvador, en Centroamérica, donde un periodista logró llegar a la presidencia del país y terminó involucrado en actos de corrupción.

Son personas extrovertidas
Otro de los mitos comunes del periodismo, es la idea colectiva de que las y los periodistas son personas extrovertidas, sociables y desinhibidas. Esta declaración tiene varias distinciones, pues no siempre es así.
De hecho, los y las periodistas a menudo suelen ser personas celosas con su privacidad y contrario a lo que piensa, no siempre caminan por la calle saludando a todo el mundo. Es más, la habilidad de hablar frente a las cámaras o escribir con fluidez son competencias que se trabajan con mucha disciplina hasta desarrollar la elocuencia.
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Son profesionales que leen mucho
La gente suele atribuirles a las y los periodistas la profesión de “todólogos”. Se cree que saben todo, leen todo y manejan todo, pero no es así.
En realidad los periodistas no siempre leen con frecuencia, pues la rutina y el ritmo de vida consume la mayor parte del tiempo. Menos aún en tiempos de mayor interacción digital pues se invierte mucho tiempo en monitoreo de noticias, coberturas de eventos, transmisiones en vivo, redes sociales y reuniones de trabajo o planificación.
Una vez que el periodista llega a casa del trabajo, lo último que quiere es seguir leyendo.

Son personas valientes
Popularmente se tiene la idea que los y las periodistas son personas valientes, pero no es cierto.
Una vez le preguntaron al periodista Pedro Joaquín Chamorro y mártir de las libertades públicas si no tenía miedo y él respondió que “cada quien es dueño de su propio miedo”.
Esta frase es muy atinada, pues cada ser humano tiene miedos y los procesa de diversas maneras. Los periodistas no son la distinción, son como cualquier otra persona con emociones y sentimientos y toman decisiones sobre la base de sus sentimientos y riesgos: muchos desisten en el oficio, otros se exilian ante riesgos y amenazas, otros se autocensuran, otros cambian de profesión y muchos otros persisten, aun con sus temores, en la noble misión de informar.
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Es el mejor oficio del mundo
Finalmente, cabe reflexionar si una profesión que demanda tanto tiempo, expone a tantos riesgos, causa tanto estrés y a cambio retribuye con bajos niveles de ingresos puede realmente ser “el mejor oficio del mundo”, tal y como exaltó el periodista, escritor y ganador del premio Nobel de Literatura (1982) Gabriel García Márquez.